19.11.08

te miro y te añoro

te miro y te añoro, aun teniendote, te echo de menos mientras beso tu boca, o tu recuerdo, te tengo tan cerca, te quiero tanto que me alejo de tí para sentir lo terrible que es esto sin tu mirada rojiza, tus ojos negros, tus labios frenéticos, tu osada sonrisa. Recuerdo, cuando antes, un ayer tan lejano que ya apenas tiene colores- porque un recuerdo se gasta cuando no se mima, o se contempla, o se disfruta o se sufre, porque un recuerdo no es solo una fotografía de sentimientos, o una bocanada de sentidos, o un enjambre de dagas que pinchan en todas y cada una de las partes del corazón humano, del que se pinta con circulos redondos cuando eres pequeño; un recuerdo es el ayer de uno, el paso recién dado, el ultimo suspiro antes de saltar por el abismo de la vida- en el que yo no era nada salvo una rutina perpetua, un amago de hombre dolido hacia la vida, un raro especimen que vomitaba miserias entre su propia mierda, que solo miraba la vida de reojo, asomado a mi ventana mientra tomaba apuntes que nunca leería, cuando todo transcurría frente a mis ojos y yo lo denostaba para no sufrir la quemadura de un sentimiento, del cariño, de todo lo que nunca se toca y siempre se sufre, el amor, la ira, la vida entera.
Cuanto tiempo ha pasado ya de eso , y que pronto se me hizo, amor mío, que lindo que la vida se detenga a nuestros pasos, ahora que por fín somos adultos y tras nuestras espaldas nos alumbren dos soles perfectos y hagan nuestra sombra mas difusa y alargada; los paseos por el verde, los domingos de churros y mala cara- sabes tan bien como yo que los vampiros odiamos el sol y la mañana- los dibujitos, las risas de Abril, el asombro fingido, lustroso y calculado de tu preciosa hija cuando rememora a la pequeña bolita de color que la acompaña siempre juguetona, esbelta, mismosa, presumida. Te acuerdas cuando ayer era tan gris que no atinábamos a ver nada, que todo era cobre, frío, que nada iba con nosotros; cuando descubrimos que a pesar de ser dos eramos uno, que nada valía tanto que el cariño, la verdad, la amistad, tus ojos, rellenos de mirada honrada y sincera, resplandeciendo amor pese a mí mismo, a esa persona que hoy recuerdo eternamente como un ser fracasado por ser esclavo de sus pensamientos, de sus sentidos, de la venda perpetua que se anillaba en mi cabeza, pese a todo, pese a tener la felicidad dándome puntapiés en la barriga y yo sin querer verlo, por ser afín a mis sombras, a lo gris, a la sonrisa escondida en un rostro pétreo, largo, inmaduro.

te quiero tanto que siento por los dos, y entonces ya no escribo bien, y se me escama el cabello y me tullo al abrazarte, porque quisiera salir de mí y atraparte para siempre, pese a que seas mía, pese al futuro, al pasado, al presente. eres el bastón que guía mis pasos, mi posada, dulcinea, mi mano derecha, el hombro fornido en el que me apoyo para tomar esas decisiones que parecen que surgen del alma y que sin embargo no son más que unos planteamientos efectuados entre ámbos; mi vida entera, el rocío que aclara mi cara y me da vida, frescor, aroma. mi perfume soñado, mi arco iris infinito, mi lluvia clara fina y dulce que me despeja y me hace fuerte, mi destino dorado, mi valencia entera.

ahora duermes, y comprendes que esta lejanía de apenas siete pasos nos une más por la mañana, cuando apenas yo florezco y tu eres el jardín que me acompasa los gruñidos; tu respeto me hace noble, sano- sabes que los cuerdos no necesitan espacio propio, ni sancta santorium, ni espejo curvo donde mirarse el cerebro- y me da alas para acercarte esto que ahora escribo y que sería imposible que saliese por mi boca, atorada por los besos que te debo por ser como eres, por moldearme en algo que cada día parece más humano y persona, más valiente, más adulto.

eres el sueño que me quita el sueño, eres mi pan y mi sal, eres virtud aun cuando yerras- y lo sabes, y como escorpio te aprovechas- eres mi cañada más frondosa y florida , mi primavera eterna, mi eterna llama.

eres la razón de mis palabras, el dolor de mis llagas, el tormento exquisito de este amor que me hace morir quemado en cenizas por las noches y renacer, cual ave fenix, en la mañana.

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