19.11.08

de la crítica

a veces tendemos a confundirnos por el mero hecho de no saber lo que leemos, o no pararnos a pensar lo leido, o no leer lo pensado o no acertar a decir lo que se quiere y no se puede, por falta de filamentos neuronales, por poco patrimonio léxico o por simple desgana informativa.
no será este humilde servidor quien vaya a descubrir la crítica, oceanos de tinta se han escrito para alabarla y otros tantos para sumirlas en las más bajas cotas de la miseria. acierto a decir- o a pensar, o a decir pensando lo que pienso mientras pienso bien lo que voy a decir- que la mayoría de los críticos no son solo más que personas que no pueden subirse en cierto pedestal y se dedican a apedrear al que lo intenta, independientemente de su suerte, sus ganas, sus logros o sus escaleras.

uno piensa que para criticar algo, primero debería madurarlo, masticarlo, saborearlo, pulirlo y abrillantarlo lo suficiente como para que cuando escriba, sea tan dueño de sus palabras como las que crítica, que sea observador y consecuente con la persona que las crea, o destapa, o simplemente enseña porque ya estaban antes creadas; a veces es mejor no decir nada, hacerte bandera del silencio cuando nada es positivo y no tienes como hacer crítica sin sangre- si no puedes decir algo agradable, simplemente cállate- otras veces, se ayuda con la crítica a ayudar a mejorar al diletante, al novel que comienza a andar sin apenas agarrarse y que lo último que necesita es un empujón sin calzo, una puñalada trapera, una bofetada en dolby.

en el caso que me acontece, se me presenta y a la vez represento, solo conmino a no opinar una opinión, porque no son opinables, ni divergentes, ni mesurables ni criticables, en la mayoría de los casos ni siquiera son artículos conscientes o predispuestos, solo acaso un sorbo de tiempo que bebo ajeno a esta tara de vida que represento en mi nombre y firma, una mancha en un blanco, un par de cigarros que se cuecen en un cenicero azul y redondo que me acompaña desde el principio mientras disfruto de la musicalidad del silencio de la noche, de la añeja bombilla que me dora el rostro y me da el único calor que necesito en estos momentos que dejo de ser algo común y predispongo al vacío emocional que plasmo como puedo, sin necesidad de escuelas ni ripios, ni varas medibles ni jeringonzas literarias o gramaticales; un pensamiento que ahora escribo no se opina, ni se critica, ni se alaba ni se premia, porque no busco aprobación o desempeño sobre él, acaso solo lo comparto en solidaridad con aquellos que no solo no piensan igual o parecido, sino que posiblemente están por encima de mis letras, mis escritos, mis artículos e incluso por encima de mi propia moralidad o amplitud de alma.

uno no escribe por palmas o saludos o bravatas, no es precisamente este el lugar adecuado para conseguirlo, ni es mi fín ni mi meta, y pruebo lo dicho con mis disculpas hacia toño por no poder hacerme fuerte y conseguir enviarle cuatro poemas y un funeral para su columna en Almería, y creo que nunca he sacado pecho, ni he insertado mis logros en las frentes de los que me observan ni me vanaglorio de mis virtudes ni mucho menos olvido mis pecados, mis vacilaciones, mis miedos. eso no quita que mi propia defensa sean mis palabras, o los actos que me representan- que son los que realmente si que pueden ser criticados- y que muestre mi lado menos humano y más dañino si con eso consigo dejar de ser molestado, o quizás mejor simplemente vuelvo al silencio y todo se olvida y aquí no ha pasado nada, y escribo entonces en un servilleta de un restaurante que luego me sirve para limpiarme el alma, y el acto de compartir ser convierte en algo pasajero y efímero porque en nada me hace falta mostrar lo que convenientemente la vida te enseña a callar y esconder por miedo a la mofa, al destierro, a la crítica que tanto señala sin apenas levantar la mano, sin saber donde señalar porque es poco el que critica sin hacerse de valor y mostrar el resultado de su crítica, o el pensamiento que le lleva a ese punto exacto de la misma, o simplemente suelta una bofetada de aire porque piensa que esas pocas palabras, enredadas, casi carentes de locuacidad o, perdónenme la puya, inteligencia demuestra que el crítico que se ejercita de esa forma demuestra que esa critica es cero, nada, solar vacío que no tiene puerta ni ventana, que no tiene cuerpo ni base ni sustancia.

uno no le debe nada a nadie, para bien o para mal mi único logro es mi nombre, mi persona, mi esencia que ahora vierto sobre estas palabras y comparto con amigos, enemigos, poetas, lectores y desconocidos que nunca sabrán quien se esconde tras un seudónimo que nada pesa y que tanto me agrada y representa; uno aspira a este pedazo de terreno que bien es cierto que tomó sin pedir prestado ni dar fianza, sin ánimos de nada más que aportar un granito de arena en la ardua tarea que otros ya hacen por magnificar lo que ya de por sí es magnífico. uno no quiere ni flores ni gaitas, ni abrazos ni besos ni adulaciones ni coñas marineras, ni busca ensanche ni nombre ni responsabilidad fraudulenta ni carisma ni excelencia, ni fama, ni gloria.

a veces tendemos a no saber expresar lo que en realidad deseamos decir, o no tenemos esa cualidad o simplemente nos da miedo decir lo que pensamos, cuando una crítica simple y llana solo demuestra lo que es uno, o lo que quiere ser y no puede, o peor, cuando critica algo que realmente le agrada y pone peros para tratar de desmitificar algo que simplemente puede ser agradable, o sincero, o simplemente pasable a resultas de hacer entender que con la crítica solo demuestra lo que le queda por aprender a criticar, a saber estar, a demostrar que si se critica algo por sus motivos o sus cualidades o sus características, hay que demostrar con hechos el porqué de la crítica, en que se basa la misma y que teoria o teorema hace que ésta sea posible. todo lo que no cumpla esa base primordial solo significará incongruencia, odio, envidia o incultura, remediada claramente por cortázar en una mítica frase de un mítico cuento:

rajá, perro.

No hay comentarios: