19.11.08

el trago

la vida es un trago de aguardiente, seco, duro y con un instante de dulzor que se pierde entre el golpe del alcohol en la garganta y la carraspera posterior.
ya nada me sorprende y, sin embargo, me aflige tanto como la desaparición de un allegado en la flor de la misma. no somos nada, acaso una sonrisa que se pierde en segundos, una lágrima perdida en una mejilla robada, una estancia pasajera que recurre a tumbos la tierra de un jardín que nadie cuida, alimenta, mana. somos el eco de una aguja de reloj que nos punza el momento de morirnos; te toca, te toca, te toca... como una sorna eterna que te recuerda que en breve- quién es el guapo que me dice como medir el tiempo, cuando un recuerdo dorado puede durar para siempre, o bien se olvida al cabo de unos míseros segundos- vas a pasar por caja, ahuecando el ala, firmando el finiquito, dando dineros a los escribanos de las esquelas.

la vida es preciosa y maldita, como la moneda ganada con sangre, como la mujer fatal de las películas en blanco y negro. la vida es un tormento gozoso que te permite difrutar de los momentos, pero que a la vez te conmina a mirar al mismo futuro que nos espera a todos . quién es tan estúpido, o tan grandioso, de no tener miedo a la muerte, al descanso eterno, al sueño perenne en el que ya no sientes nada y todo se acaba y se apaga, como la luz de la mesita de las buenas noches, hasta mañana,amor; el beso que nadie sabe si será el último y que desdeñan por creer tener un saco de ellos bajo la cama. somos el escarmiento de los ángeles, somos tan inocuos, tan bobos, tan simples, que pensamos en el mañana sin saber si terminaremos conscientes al final de este mismo día.
la vida se pierde tan pronto como se gana- para morirse solamente hay que estar vivo, o así- para qué el reloj que te marque el camino, si ese camino no es el tuyo, o no está escrito, o no es la letra de tu puño e idem. quién es tan importante que no ha muerto nunca, o quién se ha hecho inmortal,quién y como se gana ese derecho, quién permanece vivo pese a haber muerto o al contrario; cuando los pies se arrastran tanto que pesan más que la propia vida, cuando la vida no es ya tuya, sino que eres solo pasto del viento que te lleva y te trae a sus ganas, cuando el espíritu se ha perdido- o arrebatado- y ya cada cabello es una cana y alma un agujero encharcado donde beben los cuervos. quién no conoce a nadie que ha visto pasar su vida como si fuera la de otro, sin degustar nada más que el quicio de una ventana en el aire, admirando la vida del otro cuando ese mismo otro admira la suya, quién no ha vendido su vida, o la ha hipotecado por creer vivir mejor de lo que realmente necesitaba; los esclavos de este siglo, acosados por comprar metros cuadrados que no pueden llenar de muebles porque no les llega y todo es sopa y pipas y videoclub en un sofá de imitación a piel que se enfrenta a un televisor pequeño en pulgadas y en deseos, mientras el resto del piso- hogar, que dicen otros- permanece distante, engalanados con casquillos de bombillas engarzados a dos cables- rojo y azul,marrón en otros casos- esperando que se acabe la deuda para endeudarse en otra y pagar lo que se debe, o deber lo que se paga, o ámbas cosas o ninguna.


la vida se acaba como se acaba una copa, apurada hasta el último sorbo, paladeando con los sentidos todo lo que has bebido, siendo consciente de la pureza del caldo, de su color, sabor y edad, o estrellada en el suelo, derramando el maná antes de tiempo, ante la mirada atónita de los invitados y tu cara de idiota, intentando hacer como si nada hubiera pasado, aunque así haya sido.

la vida es injusta, cruel, dañina, traicionera y mezquina, ladrona, terrible, ruín, esperpénticamente fría, etérea y breve, pero es dichoso el que la padece, porque todavía puede lamentarse y abrir otra botella.

la vida es una gota de rocío que se escapa de la hoja, es el destello de un cristal que te obliga a cerrar los ojos, alzar la mano a modo de visera, e intentar divisar cual es verdaderamente nuestro destino, para inmediatemente olvidarnos de él y seguir, a pesar de todo, hasta donde el cuerpo aguante.




a Javier López y a toda su familia

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