19.11.08

del tiempo y sus raleas

Nada es perpetuo, ni el dolor, ni la muerte, ni la pérdida de los sentidos; el ocaso de las lágrimas cuando ya todo se ha acabado, cuando su espalda gira la esquina y te quedas sentado observando un cielo que no miras, que brilla para todos menos para uno, que promete lo que no tiene o simplemente nunca llegaras a alcanzar. se va la vida mientras pienso que la vida es un navajazo que te atraviesa el hueso, que hunde el acero en el alma de nuestro cuerpo y que a la vez te recompone para el próximo zarpazo, la rueda, la rueca que gira y recompone el hilo de la norns, el sentido de la vida, el destino; anhelado saber prohibido que nos atrae como la bombilla a la polilla, el futuro- quien lo pillara- que nos obliga a bajar la cabeza y seguir caminando sin mirar hacia los lados, sin apenas darnos cuenta que el futuro es presente y pasado, que nada se desea sino porque no pasará nunca y el nunca es el destino que se nos prepara para luego hallar la forma de quebrarlo. toda la vida mirando la vida para llegar a esto, a creer que el pasado alimenta el ego, que enseña los errores, que subraya lo aprendido para que el mañana sea presente y el presente un boceto a medio borrar de un pasado alejado, sombrío, alejado.

Nada es perpetuo ni perenne, salvo el tiempo. Insolente raya pintada en el agua, maldito tic tac que me adelanta el respiro, todo se acaba menos su cansino caminar hacia la nada, o el futuro, el mañana porque nunca se para o termina, nunca descansa; maldito el tiempo que me hace morir cada segundo un segundo, bendito sea por darle el aliento necesario a mi prole para que puedan ser más que algo más que una bolita de luz difusa y un torbellino de risas optimistas. que tiene el tiempo que nada lo divide, lo frena, lo aplaca; quien mide al tiempo y termina ahogado en su medida, quien no muere degollado por una manecilla violenta que te atrapa a golpes de cadera metálica, quien no conoce al que dejó pasar su vida por mirar la de su muñeca, o corremos por mandato doceavo y las prisas se instalan en nuestro tiempo, y no caminamos hacia nuestro futuro y nos convertimos en pollos sin cabeza que solo desean que se acabe el día para que mañana despertemos y miremos nuestros relojes para comprobar que seguimos vivos y el tiempo ha pasado y se ha perdido en la inconsciencia del sueño, malgastado por la tara que significa morir un poco cada noche para resurgir con el sol por la mañana. el tiempo inmisericorde guía nuestros pasos, nos acelera o nos premia con arrastrar los pies, nos indica la velocidad de nuestra vida, bombea la sangre que nos mueve y nos transforma en héroes o villanos, en los doscientoscincuentakilometrosdemimercedes que corre como miles de caballos y atraviesa sin dificultad un peatón atolondrado, que cosas, como si la velocidad y el tiempo fueran físicamente equiparables, como si la velocidad no fuera esclava del mismo amo que nos solivianta, que nos equivoca, que nos hace ser mas rápidos y menos personas.

El tiempo dispone, asume...

Lo siento, llego tarde.

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