20.1.10

papá te va a matar

- Tu no eres Holden, ni yo Phoebe, y esto no puede seguir así.- dice Naira, que camina junto a Joseph, apenada.
- Papá te va a matar, esta vez te va a matar.- pero Joseph la ignora, sonriente, como si supiese que la sangre no llegaría nunca al río, como si nada fuese con él, como si la vida le resbalara como gelatina en boca de niño pequeño. Lo habían expulsado, otra vez, del instituto mayor de Arkham, así como de Webmmister, de Alabama Socket, o de cualquier otro colegio de cualquiera de los estados. La mente de Joseph se superponía a los resultados de su ego, o de su idolatría a lo políticamente incorrecto, o al conjunto de todo lo que no es socialmente permisible, acaso simple y llanamente era un golfo, o un lerdo, o ambas cosas, o tal vez fuera la víctima propiciatoria de cada aula que pisaba. Su currículo pesaba casi tanto como su dinero; hijo de banquero, pelo largo, malos modos, sonrisa embaucadora que aletargaba la moral de las chicas y acrecentaba la gravedad sobre sus faldas y una falsa modestia que ahora tanto vende y da prestigio, confort, estampa, esplendor.
- Papá te va a matar.- dice Naira, su hermana, pequeña, con ojos redondos y mente sobre los hombros, caucásica, preciosa, muñeca de cristal y antítesis de su hermano; trabajadora incansable, infatigable, como si de una hormiga se tratara…- te matará, es el cuarto colegio este año.- pero Joseph la ignora, consciente de las verdades de su hermana, aunque triunfante, erguido, implacable, surcando la calle da a su casa como si fuera o fuese un héroe de guerra, un truhán de guante blanco, una efímera estrella fugaz que rompe moldes, o estilo; un galán añejo, acaso desvalido por su falta de moral o de superación, de ansias de algo más que vivir por vivir, sin el anhelo que da un corazón roto, o un sueño futuro, una amalgama de todo lo prensil, de todo lo que casi es intangible y que sin embargo da forma al barro, al cuerpo; el alma que todo lo puede y que a nadie sirve.

.- Tu padre te va a matar.- dice Aiello, cuando los ve cruzar la esquina, apilando las castañas crujientes en una pirámide de sal y cloro; blanquecinas, como sus manos o sus ojos, marchitos, velados, corridos en una cortina de azúcar que quebró su mirada hace años.
.- No se como puede perder el tiempo así, tan joven- suspira Aiello para sí, mientras agita la olla para que crujan las castañas y las melancolías adheridas en el fondo del metal.

.- tu padre te va a matar.-

Pero Joseph lo ignora, después de observarlo de arriba abajo, fruncir el labio y mostrar una indiferencia mezclada con el asco hacia lo bajo, o lo cotidiano, o lo mísero o lo rastrero. Justo después se acicala su cabello, se lo atusa y vuelve el rostro hacia delante, hacia el sendero que lleva al porche de su casa, donde se sitúa el vehículo impoluto de su padre, aparcado.

Naira entra primero en la casa, allanando el camino, acaso como servidumbre del que sigue, evadido en su mundo, casi ausente, extraño en un hogar que nunca fue suyo.
- esta vez él no tuvo la culpa, papá, todo fue un malentendido.-
Implora Naira a su padre mientras lo observa con la carta en la mano, timbrada en Arkham, con las dolencias y los suspiros que responden a un expulsión de niño rico, perfumada en condolencias a los padres por la poca ilusión y la desobediencia permanente mostrada

- ¿te vuelven a expulsar del colegio?- pregunta el padre, vencido, apagado, uniforme, cansado.
- ¿Acaso te importa?- responde Joseph con desdén, sin apenas buscarle la mirada, como si no fuera con él.

“papá me va a matar” piensa entonces Joseph, aterrado, mientras el padre, indiferente, saca el revolver y le vuela la tapa de lo sesos.

microbrevelato

douglas ramsey no tenia miedo por el tamaño del ascensor, ni por sus luces anaranjadas, ni por el hecho de acabar de sobrepasar el piso 54, lo que en realidad de verdad le amedrentaba es que conocía, a ciencia cierta, que ese bloque no tenía mas de dieciocho plantas. Incluido entresuelos.

microbrevelato

la muerte soltó su mano, y justo despues de asomarse al espejo, solo pudo divisar el rostro de una camarera de ciudad juarez.

de las cartas y las navidades

Estimada navidad:

Te acercas y ya te echo de menos, aun sin conocerte,- obviemos los detalles, nada es lo suficientemente cuerdo como para ser pensado de forma coherente-
Sabes que la vida sin ti no es lo mismo, me aferro a pensar que te conozco, que eres parte intrínseca de lo que ayer eran mis recuerdos y hoy solo algunos modelos de sepia bien engarzados en una mente que se esfuerza por no esforzarse. Te anhelo, quiero acariciarte y no me dejas, te siento a medias, como el beso que se da y no acaricia el pómulo, como una mirada que se pierde por la efervescencia del rubor. Te localizo en los sitios o momentos equivocados, eres la foto, el recuerdo, el ayer al fin y al cabo, y yo no dejo de caminar hacia el futuro; en realidad nos alejamos, porque tu nos acompañas paciente a la espera de que nos demos cuenta de que no existes, o quizá solo seas un rumor que trae y se lleva el viento que nos enfría el alma, y solo acertamos a verte cuando nos das el beso en la frente. Eres la sonrisa del abuelo, el abrazo pleno, la garantía de la sonrisa de un niño, el azúcar, el aliento, el querer ser mejor a cada momento, a cada instante. Y no te llego, o te palpo (¿serás tú el maldito fantasma del poema quebradizo de Bécquer?) y no me lleno de lo que das. eres terca y consecuente- y lo sabes- aprendes a morir cada febrero para nacer en el invierno, cuando los bolsillos se llenan, cuando pasamos de ser sombras o bombear sangre, cuando abrimos los ojos y nos damos cuenta que existen personas alrededor de nuestro ombligo, aunque distantes, caducas, externas. eres un ave fénix congelado y de oferta, mal que nos pese, naces y naces y renaces solo para morir de nuevo estrangulada por las mentiras, por el ego, por las simples miserias que componen el género humano- cuando humano es respirar y preocuparse de uno mismo, para siempre-

Ayer murió un niño en Colombia, pero ya tengo mantecados para recibirte, y turrones y mentiras almendradas que tragamos con sonrisas de pintalabios de marca. y nos regocijamos de tener la vida que tenemos, aun cuando nuestra propia vida solo es un renglón torcido en la libreta que nadie lee, como si la libreta fuera una navidad cualquiera, que pasa de mano en mano y nadie abre porque en el fondo no interesa, acaso su portada, hilada con hebras de oro, con cánticos de dioses solares que nos salvarán de nuestra propia codicia, y no entendemos que la navidad es un poco de la bondad que no usamos derramada entre las nieves, para envalentonarnos, para adecuarnos a la sociedad que sucia nos engalana de nada, de navidad, de libretas que se anteponen a lo que en realidad nunca pensamos, o decimos, o lloramos.

Estimada navidad, dicen que eres alegre, que traes añoranza y amor, y consuelo, que nos atas en volubles manjares, que representas el orto de nuestra salvación, que eres el equinoccio perfecto y eterno.- los tres reyes, el pacto del sol, la vida entera- y sin embargo, solo siento que nos pintas la cara para hacernos creer que somos mejores de lo que somos, o haremos, o seremos o al revés y al contrario. Yo no te hallo, no te llego, no consigo abrazarte porque eres el espíritu que siempre llega a la puerta de mi casa, para quedarte asomada a la ventana. te busco en los ojos de mis hijos, en mis anhelos, en los regalos que florecen justo has partido, pero nada me llena tanto como haberte conocido en la lejanía, en la otra acera, más allá del tormento de las creencias y los desatinos. Eres un recuerdo clavado, un tatuaje blanco, una estepa sin camino, y no te encuentro. No me encuentro. No te conozco.