19.11.08

el blanco de un folio

nunca le tuve miedo al blanco de un folio, es curioso, la de cosas que se pueden decir sin decir nada, o sin pensarlas, o simplemente observas como de tus manos, de tu pluma, del puntero de los dedos comienza a nacer algo que antes no existía; es como un pequeño milagro, como un sentimiento prensado que se despliega ante todos para darse a conocer, como una mentira cohibida que deja de estar en un callejón oscuro para hacerse realidad, o verdad, o mentira simple y llana esculpida en palabras, adornadas con adjetivos, guirnaldas verbales o simple mierda atiborrada entre el léxico. he visto querer hacer sonar trompetas sin mas armas que un tambor, y a pesar de todo se encontraba la armonía. He tenido en mis manos la mas filarmónica de las orquestas para terminar barruntando el más misero de los sonidos; el eco del vacío, el hueco, el arte de no decir nada, de ser solo figurita para que te lean, para que vean lo capaz que eres de ponerte medallas para luego resultar aplaudido, sin pensar entonces que en realidad solo vales un aplauso que el aire se lleva, como se va la vida,traicionera y rápida, el tiempo y lamentablemente, el dinero.

manchar el blanco es un proceso cognitivo, es el huevo y la gallina, el orto y el ocaso. Nada puede escribirse si nada se sabe, o, al menos, se toma conciencia de ello. a veces uno toma el rumbo de introducirse en un sentimiento para plasmar lo que se encuentra dentro, o adentro,o colgado en los rostros de los que conoces y que ellos ni siquiera saben que tienen; te armas de voluntad y decides contar algo que todo el mundo sabe de su existencia y que, sin embargo, apenas repara en acariciarlo. otras veces es el propio sentimiento el que te abofetea la cara, te pisa el alma, te acaricia las heridas que nunca muestras- maravillosas metáforas que tanto enseñan sin decir nada-, te avasalla, te corteja o te hunde. lo maravilloso y lo terrible de los sentimientos es que te pintan en la cara el reflejo del alma, si es que éste existe; como si el alma fuera un espejo que reflejara algo, como si no estuviera este reflejo tan escondido que solo se atisbara el negro del callejón de los sentidos que no expresamos, que nos guardamos para nosotros sin atisbar a creer que regalar un sentido, un sentimiento, un halo de la esperanza que a nosotros nos negaron es como regalar un árbol de navidad perpetuo, como sacar el espejo a la ventana y divertirnos viendo como nos endulza la casa, como dar de beber al sediento sin pedirle luego nada a cambio.

siempre quise creer que manchar el blanco es aprender de ti mismo, y creo no haberme equivocado en este punto. he conocido personas terribles, o secas, o temerosamente valientes o estúpidas que cambian en el preciso instante que sacan su pluma a pasear y truecan de persona a creador; cuando se cortan el estómago con ápices de su verdad y muestran lo que en su forma natural esconden; cuando nacen, poco a poco, en cada una de las lineas que escriben, o inventan o simplemente crean de la nada, del zurrón de los sueños que permanece vedado para el resto de los mortales y se hace camino entre la inmundicia de la relatividad del tiempo muerto- cuando uno no es consciente de lo caro que puede resultar un segundo de su propia vida- o cuando te muestran en realidad que son algo más que simples personas. que crean, que son dioses ante el papel que humillan con borrones que mañana serán parte de la literatura universal, o quizás esas palabras no lleguen nunca a ningún sitio aunque lo merezcan; quien no ha visto nunca un desatino similar, quien no conoce a alguien que sirva para mucho más de lo que actualmente hace. quien no conoce a un genio frustrado, un espejo roto, una silla de tres patas, quien no ha sufrido la melancolía impuesta a dedo por tu espacio social, por tu simple apellido, por tu propio padre, quien no se ha sentido a veces desollado por una realidad dura que te estampa en la cara el camino que has de seguir para convertirte en algo más que nada, en el reflejo del espejo anterior, en la propia sombra que se supone pisamos y que en realidad se rie de tus propias limitaciones, de tu poco espíritu, de lo vago de tu mente que te impide ser lo que quieres y terminas acatando la pegatina que adhieren en la frente al nacer. quien no ha leido nunca un libro y ha pensando que éste resultaba insulso, estéril, grueso, y humildemente ha pensado un segundo que pasaría si el cajón se abriera y los escritos atesorados entre lo desodernado de nuestras ilusiones se vieran plasmados en una obra de papel y oro. quien no ha tenido nunca una idea y no se ha visto con fuerzas para desarrollarlas, quien lo hizo y solo consiguió que se las plagiaran, para resultar siendo el éxito de otro que solo tiene nombre, suerte, rostro para las masas.

manchar un blanco es despreciar todo eso, es blandir el estandarte de tu personalidad y regalarlo al pueblo, hacer el camino para que los demás te sigan, conseguir el sueño que todos persiguen. manchar el blanco es aferrar el poder de un Dios en una sola mano, ejecutar una sinfonía tocando de oído, tomar un helado con la boca de otro.

manchar un blanco es creerse mejor por unas horas, hacerse fuerte entre los bastidores de tus propias palabras, iluminar un campo de fresas, acariciar un niño pequeño mientras le miras a los ojos.

manchar un blanco es vivir un rato, dejar de ser algo necesario y convertirte, por momentos, en la mano que mece la cuna de nuestros deseos.

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