22.1.06

LA MARIPOSA Y LA TROMPETA.

Vuela la mariposa y aletean las sonrisas de sus alas. Se siente viva, se siente llena, se siente alas.
Mira como llana se asemeja al latón de una trompeta, dorado y manzanero, oxidado ante el tiempo, y renace invertebrada como fenix musical.

La mariposa, tan eólica y serena, se muere a cada batir de sueños, de alas, de sonrisas.
Mientras, toda la trompeta que hace que el mar del calendario se vuelva tedio, que la tierra lane su cuerpo y que el horizonte encapotado se tueste de las hojas de muerdago, llore a su vez por el veneno de su melodía.
Maldita armonía anquilosada.

Mi rosa mariposa insiste, que tendrá la trompeta.
Añade un tono rojizo a las corcheas de las aceras, pronto lluviosas y profundas de las que las olas de las pisadas harán de ellas venganzas de Moises de hormigas.
Puntos suspensivos fenecidos.

La mariposa ya no toca la trompeta, quedó dormida en el alambre de su temporada y allí duerme.
Tan rosa, tan alas, tan sonrisa

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